Editorial del periodista argentino Jorge Barraza. Con esa actitud, con esa garra y ese compromiso. Jugando al fútbol por abajo, abriendo la cancha para abrir a un rival que se blindó alineando cinco defensas, tres de ellos zagueros, y tres volantes de marca. Que contando al arquero suman nueve efectivos para impedir el gol ecuatoriano. Con inteligencia para no entrar en la desesperación ni en provocaciones (en esto Lugano es el mejor del mundo), adueñándose del terreno y la pelota para hacer pesar su localía.
Editorial del periodista argentino Jorge Barraza.
Con esa actitud, con esa garra y ese compromiso. Jugando al fútbol por abajo, abriendo la cancha para abrir a un rival que se blindó alineando cinco defensas, tres de ellos zagueros, y tres volantes de marca. Que contando al arquero suman nueve efectivos para impedir el gol ecuatoriano. Con inteligencia para no entrar en la desesperación ni en provocaciones (en esto Lugano es el mejor del mundo), adueñándose del terreno y la pelota para hacer pesar su localía.
Así se llega a un Mundial, con este convencimiento, con estos argumentos y esa presencia física y anímica, haciendo ruido en cada pisada. Por la claridad de la victoria, por la forma, por la trinchera que cavó el rival y las circunstancias decisivas que rodeaban al partido, puede haber sido la mejor producción de Ecuador en esta Eliminatoria. Que coincide con la actuación más brillante de Antonio Valencia en todo este Premundial. Ayer sí fue la figura que llegó a Manchester y brilló en uno de los mejores clubes del mundo. Ayer le dio la razón a Alex Ferguson, que lo fichó para el United. Y se la dio también a sus muchos defensores, los que lo defienden aún cuando es intrascendente.
Antonio arrasó por derecha, pasó por la banda como si Fucile no existiera. Y las veces que desbordó, la terminó como un delantero, con clase, buscando al compañero mejor ubicado para lastimar a la defensa, no al bulto. Así fue el primer gol (porque hubo un segundo, perfectamente válido). Esta vez fue al revés de todas las tardes, Jefferson Montero sólo tuvo que empujar la bola que le sirvió otro. No nos gustó la salida de Montero, aunque faltaran 11 minutos (8 de tiempo reglamentario y 3 de adicionado). Al mejor no se lo saca. No en este partido. ¿Y si empataba Uruguay...? ¿Quién hace otro gol...?
Jugó como con rabia Valencia, con esa bronca sana de quien intenta reivindicarse ante sí mismo. Pero sería injusto adjudicarle todo el mérito al volante derecho. Christian Noboa compuso un partido de 9 puntos, excepcional distribuidor de juego, sereno y pensante conductor por el que pasó todo el juego de la Tricolor, eficaz cortando. En él empazaba el dominio y el arrinconamiento de Ecuador a Uruguay. Notable la marcación de Frickson Erazo a Suárez, firme, sin darle un metro, con fiereza, como se marca a un crack de esa talla. Magnífico Paredes, clausurando la raya, subiendo con fervor, anticipando, con velocidad, con ganas.
Bien Domínguez, aunque digan que dio dos rebotes. El tiro libre de Suárez a los 46' del primer tiempo era de gol, complicado de atrapar. Con sacarlo ya estuvo bien, atraparla era pedir mucho. Todos los demás acompañaron de manera óptima.
Excelente el planteo de Reinaldo Rueda frente a un equipo al que le faltó defender con el aguatero. Evidentemente dio dos directivas claras: 1) ensanchar el juego para separar a los zagueros rivales y así encontrar espacios; y 2) ser dinámicos para poder soprender a un adversario apelotonado atrás. Se lo cumplieron al pie.
Estábamos persuadidos que los tres puntos no eran una quimera. En Montevideo Ecuador fue muy superior a este rival. No ganó porque Ecuador no ha tenido suerte con los jueces, Uruguay sí.
Gran victoria que no sólo lo acerca al Mundial, le revierte la imagen, le insufla un ánimo distinto para ir a jugar a Santiago, frente a un rival que tiene un técnico terrible. Ya hablaremos en otra columna de Jorge Sampaoli, posiblemente el entrenador más valiente del fútbol mundial, hoy.
La contracara de Sampaoli en la tarde de ayer fue el 'Maestro' Tabárez. Le pasó lo que les pasa a todos los técnicos que destinan 9 hombres exclusivamente a defender: pierden. Y quedan vacíos. Huérfanos de juego, de resultado, de todo. Es el tipo de actuación en la que uno se va con la cabeza gacha, consciente de que no hizo nada, que dio poquito, que se equivocó y fue temeroso. Uruguay cumplió una de sus peores performances en esta Eliminatoria. Seguramente va a ir al Mundial, porque si uno no le gana a Jordania lo que le queda es el exilio. Pero anoche no durmió bien Tabárez, seguro. él sabe que no perdió 1 a 0, perdió feo.
Lastimosamente el epílogo se lo lleva, íntegro, el gravísimo error del juez de línea brasileño Vilarinho da Silva, que determinó que Ecuador venciera a Uruguay 1 a 0 y no por dos goles, como reglamentariamente sucedió. Pocas veces un gol es tan lícito, casi nunca una jugada de riesgo le da a un línea una certidumbre tan grande como esta. Joao Rojas picó perfectamente habilitado, tenía por delante dos defensas celestes que lo habilitaban, uno de ellos por dos metros. Capturó el rebote, eludió a Muslera y tocó al gol. Era el 2 a 0 que virtualmente clasificaba a Ecuador al Mundial pues le sacaba 3 puntos y 8 goles de ventaja a Uruguay a falta de una fecha.
Es un fallo que puede determinar que en lugar de un equipo vaya otro al Mundial. Por eso el título del diario El País en Internet: “Uruguay perdió pero aún pueder ser cuarto”. Esa vida adicional se la dio el línea. Si un administrador de justicia no puede acertar en una acción tan sencilla y clara, no debe dirigir encuentros de tal importancia. El juez Sandro Ricci, en cambio, cumplió una actuación brillante, no cometió un sólo error, fue ecuánime y le sobró personalidad y sobre todo serenidad para manejar un choque trascendental, de altísima tensión.
Fuente: El Universo
