El portugués del Real Madrid, Cristiano Ronaldo, invadido por la emoción, llorando y acompañado por su hijo, terminó por conquistar su segundo Balón de Oro, que lo reconoce como el mejor jugador del 2013, para entrometerse en el dominio del argentino del Barcelona 'Leo' Messi, al que superó ayer en Zúrich y que había mantenido un absoluto dominio en los últimos cuatro años. Obligado a permanecer a la sombra del argentino y a salir malparado en casi todas las comparaciones, Cristiano Ronaldo logró un consuelo en el Palacio de Congresos de Zúrich cuando el presidente de la FIFA, el suizo Joseph Blatter, entregó el trofeo dorado al luso.
El portugués del Real Madrid, Cristiano Ronaldo, invadido por la emoción, llorando y acompañado por su hijo, terminó por conquistar su segundo Balón de Oro, que lo reconoce como el mejor jugador del 2013, para entrometerse en el dominio del argentino del Barcelona 'Leo' Messi, al que superó ayer en Zúrich y que había mantenido un absoluto dominio en los últimos cuatro años.
Obligado a permanecer a la sombra del argentino y a salir malparado en casi todas las comparaciones, Cristiano Ronaldo logró un consuelo en el Palacio de Congresos de Zúrich cuando el presidente de la FIFA, el suizo Joseph Blatter, entregó el trofeo dorado al luso.
Fue de paso y tal vez de forma indirecta un gesto de desagravio del mandatario del balompié mundial. La manera en la que Blatter pudo reparar el daño generado por la burla pública que protagonizó contra el jugador del Real Madrid en una conferencia en la que gastó su tiempo en parodiar al atacante luso y en mostrar su predilección por Messi.
SU LADO HUMANO. Cristiano Ronaldo, que fue acompañado a la gala por su familia y que se dejó ver con su novia Irina y su hijo, puede respirar tranquilo. Un desahogo que dará sosiego al portugués, en ocasiones condicionado por el impecable trayecto de su adversario.
El mundo del fútbol ha premiado al más destacado del año en una carrera sumida cada año en la indefinición y sin un baremo claro para determinar al merecedor del trofeo. A veces fue, como esta, el sobresaliente del curso; otros, el más relevante dentro de unos éxitos colectivos; en ocasiones, el considerado el mejor del mundo; y en el resto, algunos que no tenían que ver con nada de esto.
No obstante, Cristiano Ronaldo ha hecho méritos para ello y ofreció una de las pocas imágenes emotivas y espontáneas de una ceremonia encorsetada. Con su hijo en escena y su novia Irina y su madre, conmovidas en el patio de butacas, el astro portugués no pudo soportar la intensidad del acto y comenzó a llorar.
Los goles y un final de año excelso han devuelto a la cima a Cristiano Ronaldo, que terminó la temporada con las manos vacías en cuanto a trofeos colectivos se refiere. El segundo máximo anotador de la liga española, con 34 tantos, explotó en la segunda mitad del ejercicio. Fue el mejor artillero del año entrante tanto en el campeonato de España como en la Liga de Campeones. Pero sobre todo guio a Portugal hacia Brasil con una actuación descomunal. Su brillo está aún fresco.
Ronaldo queda ya a la altura de los alemanes Franz Beckenbauer (1972 y 1976) y Karl-Heinz Rummenigge (1980 y 1981), el inglés Kevin Keegan (1978 y 1979), el brasileño Ronaldo Nazario (1997 y 2002) y de Alfredo Di Stéfano (1957 y 1959), que lograron también dos reconocimientos. Y uno por debajo de los holandeses Johan Cruyff (1971, 1973 y 1974) y Marco van Basten (1988, 1989 y 1992) y el francés Michel Platini (1983, 1984 y 1985), que obtuvieron tres a lo largo de su carrera. Messi, con cuatro (2009, 2010, 2011 y 2012), permanece como el dominador absoluto.
El escenario del Palacio de los Congresos de Zúrich contempló la otra cara de las estrellas. Héroes del césped, habitualmente ataviados con indumentarias de trabajo, se transformaron en personajes de gala, con trajes de etiqueta y poses de maniquí expositores de vestidos de marca.
La modelo brasileña Fernanda Lima y el holandés Ruud Gullit marcaron el paso en una ceremonia guiada sin escaso margen para la improvisación ni cabida para la espontaneidad. Solo la imagen del ganador al recoger el premio, las lágrimas de Pelé cuando recibió el reconocimiento de honor al mejor jugador de la historia y el homenaje a Eusebio dieron un aire distinto.
Fuente: Expreso